Siempre que Dios y Jesucristo preguntaron algo, es obvio que sabían la respuesta, mas que una respuesta buscaron condición espiritual del corazón humano, en Adán se busco humildad para reconocer y aceptar,
En el siego Bartimeo fe para confesar lo que buscaba.
Es decir, hay respuestas que exponen no tu conocimiento ni la habilidad de responder, sino tu condición espiritual ante Dios, así que cuando Dios te pregunte algo, no le sorprenderá tu respuesta sino la condición que provoco esa respuesta.